A día de hoy, los amantes del afrobeat tienen mucho en común con los fans del rockabilly. Al igual que los programadores de minimal techno comparten más de lo que podrían pensar con los flautistas de cumbia. Internet ha supuesto un avance sin precedentes en los patrones de consumo y distribución musical. Los músicos nunca habían dispuesto de una plataforma tan amplia y concurrida para difundir su obra. Tampoco la audiencia había tenido tan a mano un catálogo tan extenso de canciones y discos. Esta facilidad de difusión y acceso supuso, hace poco más de una década, un terrible revés para la industria discográfica tradicional pero, a día de hoy, permite un amplísimo abanico de posibilidades en nuevos negocios relacionados con la creación fonográfica.
Si bien es cierto que la piratería ha afectado negativamente a las ventas de discos, no lo es menos que las crecientes ventas online y los derechos generados por las reproducciones en streaming ya representan un volumen de negocio multimillonario. Hace unos días, la Federación Internacional de la Industria Fonográfica hacía públicas las cifras que muestran síntomas de recuperación del sector desde 1999, el año de máximo esplendor y en que empezaba el desplome. SIGUE LEYENDO
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